Desafío

Jóvenes trabajadores enfrentan crisis laboral y necesidad de protección

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El impacto de la pandemia en la protección social de los jóvenes trabajadores

La crisis sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19 ha dejado huellas profundas en el mercado laboral, especialmente entre los jóvenes. Un reciente estudio elaborado por Fedea ha puesto de manifiesto cómo los mecanismos de protección social implementados durante este periodo, como los expedientes de regulación de empleo (ERTE) y las prestaciones por desempleo, han beneficiado de forma desigual a los diferentes grupos de trabajadores. Este análisis revela que, si bien los ERTE y otros subsidios fueron fundamentales para mitigar el impacto del desempleo, su eficacia fue notablemente menor para aquellos con empleos precarios, que en su mayoría son jóvenes.

La investigación indica que la cobertura de los mecanismos de protección social fue más efectiva para los trabajadores con empleos estables que para los jóvenes, quienes enfrentaron una "doble penalización".

Doble penalización para los jóvenes

El estudio realizado por investigadores de Fedea, entre ellos Jose Ignacio CondeRuiz y Jorge Fernández, revela que los jóvenes no solo fueron los más afectados por la pérdida de empleo durante la pandemia, sino que también fueron los menos protegidos por el sistema de seguridad social. Según los datos analizados, solo el 37% de los trabajadores menores de 20 años logró mantener su empleo, en comparación con el 77% de los mayores de 50 años. Esta diferencia significativa pone de relieve la vulnerabilidad de los jóvenes en el mercado laboral.

Además, entre aquellos que perdieron su trabajo, solo un 51% de los jóvenes menores de 20 años recibió algún tipo de cobertura, mientras que más del 93% de los trabajadores mayores de 50 años accedieron a estas ayudas. Fedea destaca que esta brecha no se debe a un trato desigual dentro de los instrumentos de protección, sino a factores estructurales como la alta temporalidad del empleo juvenil y su concentración en sectores más vulnerables.

Los mecanismos de protección: ERTE y prestaciones por desempleo

El estudio de Fedea distingue entre dos principales canales de protección: los ERTE y las prestaciones por desempleo. En el caso de los ERTE, se observa que los jóvenes estuvieron menos protegidos en términos generales, dado que sus contratos son, en su mayoría, más precarios. Sin embargo, al comparar trabajadores con el mismo tipo de contrato y antigüedad, los jóvenes no se encontraron en una situación peor. De hecho, su probabilidad de ser incluidos en un ERTE fue algo mayor.

Por otro lado, el acceso a las prestaciones por desempleo y subsidios presenta una imagen más desalentadora para los jóvenes. A pesar de que se analizan trabajadores con el mismo contrato y experiencia, los jóvenes continúan teniendo menos acceso a estas ayudas. Este hallazgo sugiere que el diseño del sistema de protección social penaliza a aquellos con trayectorias laborales más cortas e inestables, que es una característica común entre los jóvenes.

La investigación concluye que, aunque los mecanismos de protección están destinados a aplicarse de manera equitativa, en la práctica, benefician más a aquellos que ya se encontraban en una situación laboral más sólida.

El papel de la reforma laboral de 2021

En este contexto de desigualdad, Fedea señala que la reforma laboral de 2021, que busca reducir el uso de contratos temporales y fomentar la contratación indefinida, podría ser un paso en la dirección correcta. Al proporcionar mayor estabilidad contractual, se incrementan las posibilidades de que los trabajadores jóvenes accedan a mecanismos de protección en futuras crisis. Sin embargo, el organismo advierte que cambiar el tipo de contrato por sí solo no es suficiente.

Es esencial que, además de mejorar la estabilidad en el empleo, los requisitos para acceder a las prestaciones se adapten a las trayectorias laborales más frágiles. Si las condiciones del mercado laboral continúan siendo inestables o si los criterios de acceso a las ayudas no se revisan, muchos trabajadores, incluidos aquellos con contratos indefinidos, seguirán quedando fuera del sistema de protección.

Las consecuencias de la temporalidad en el empleo juvenil

La alta temporalidad del empleo juvenil es uno de los factores que más afecta la capacidad de los jóvenes para acceder a los mecanismos de protección social. En España, muchos jóvenes se ven obligados a aceptar contratos temporales que, aunque les permiten ingresar al mercado laboral, no les proporcionan la estabilidad necesaria para acceder a ayudas en caso de desempleo. Esta situación se agrava en sectores como la hostelería y el comercio, donde la temporalidad es la norma y las condiciones laborales son menos favorables.

El estudio de Fedea destaca que esta temporalidad no solo afecta la capacidad de los jóvenes para mantener su empleo, sino que también limita su acceso a prestaciones por desempleo. Con trayectorias laborales más cortas, muchos jóvenes no logran acumular las cotizaciones necesarias para beneficiarse de estos subsidios, lo que los deja en una situación de desprotección ante la pérdida de empleo.

La necesidad de un enfoque inclusivo en la protección social

Ante esta realidad, es crucial que las políticas de protección social se diseñen de manera inclusiva, teniendo en cuenta las particularidades del mercado laboral actual. Los jóvenes, como grupo más vulnerable, requieren un enfoque que les permita acceder a las ayudas y prestaciones que necesitan en momentos de crisis. Esto implica no solo revisar los criterios de acceso a las prestaciones, sino también fomentar la creación de empleos estables y de calidad que ofrezcan seguridad a los trabajadores.

La reforma laboral de 2021 representa un avance en este sentido, pero es fundamental que se acompañe de medidas adicionales que garanticen que todos los trabajadores, independientemente de su edad o tipo de contrato, tengan acceso a los mecanismos de protección social. Esto no solo beneficiará a los jóvenes, sino que también contribuirá a la estabilidad y resiliencia del mercado laboral en su conjunto.

El futuro del mercado laboral y la protección social

A medida que el mundo se recupera de la pandemia, es imperativo que se tomen decisiones informadas sobre el futuro del mercado laboral y la protección social. La crisis ha puesto de manifiesto las debilidades del sistema actual y la necesidad de adaptarlo a las nuevas realidades del trabajo. Los jóvenes, que representan una parte significativa de la fuerza laboral, deben ser una prioridad en este proceso de transformación.

La implementación de políticas que favorezcan la estabilidad laboral y el acceso a prestaciones es esencial para construir un mercado laboral más justo y equitativo. Los mecanismos de protección social deben evolucionar para reflejar las necesidades de una fuerza laboral cambiante, garantizando que todos los trabajadores, incluidos los jóvenes, estén protegidos en tiempos de crisis.

La adaptación del sistema de protección social es fundamental para asegurar que los trabajadores más vulnerables, como los jóvenes, no queden desprotegidos en situaciones de crisis laboral.

La importancia de la formación y la capacitación

Además de las reformas en la protección social, es vital que se invierta en la formación y capacitación de los jóvenes. La educación y el desarrollo de habilidades son herramientas clave para mejorar la empleabilidad y facilitar el acceso a empleos de calidad. A medida que el mercado laboral evoluciona, los jóvenes deben estar preparados para afrontar los desafíos de un entorno laboral en constante cambio.

Las políticas educativas deben alinearse con las necesidades del mercado laboral, fomentando la formación en áreas con alta demanda y garantizando que los jóvenes adquieran las competencias necesarias para competir en un mundo laboral cada vez más exigente. Esto no solo beneficiará a los jóvenes, sino que también contribuirá al crecimiento económico y a la estabilidad del mercado laboral en su conjunto.

El papel de la sociedad en la protección de los jóvenes trabajadores

La protección social de los jóvenes no es solo responsabilidad del gobierno y las instituciones; también es un compromiso de la sociedad en su conjunto. Las empresas, las organizaciones no gubernamentales y la comunidad deben trabajar juntos para crear un entorno que favorezca la inclusión y la protección de los trabajadores más vulnerables. Esto implica no solo ofrecer empleos de calidad, sino también fomentar una cultura de apoyo y solidaridad hacia los jóvenes en el ámbito laboral.

Es fundamental que se reconozca el valor de los jóvenes en el mercado laboral y se les brinde el apoyo necesario para que puedan desarrollarse y prosperar. La colaboración entre diferentes actores de la sociedad es clave para construir un futuro laboral más justo y equitativo, donde todos los trabajadores tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial.


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