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Reducción de IBP no afecta salud de pacientes, podrían ser marcador

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Reducción del uso de IBP: ¿beneficios o riesgos?

Un reciente estudio llevado a cabo por la Universidad de Michigan y publicado en la revista 'BMJ' ha analizado las posibles ventajas y riesgos de reducir el uso excesivo de inhibidores de la bomba de protones (IBP), una clase común de medicamentos utilizados para tratar la acidez estomacal. Este estudio, que ha contado con la participación de un cuarto de millón de pacientes, se ha convertido en uno de los más amplios sobre la prescripción de fármacos.

La intervención realizada en el estudio tuvo como objetivo limitar el número de recetas de IBP y renovaciones para aquellos pacientes que no tenían una indicación clara para tomar este tipo de medicación. Como resultado, se observó una reducción del 30 por ciento en la prescripción de IBP en comparación con otras regiones. Sin embargo, esta campaña para reducir el uso potencialmente innecesario de IBP tuvo un efecto no deseado: un descenso en la prescripción a ancianos que realmente necesitan tomar IBP debido al alto riesgo de hemorragia gastrointestinal asociado a otros medicamentos que toman.

A pesar de los temores sobre los riesgos de los IBP, como enfermedad renal, ictus, infarto de miocardio o neumonía, el estudio no encontró una disminución significativa en la incidencia de estos efectos negativos en la región donde se llevó a cabo la investigación. Además, las fracturas de cadera, otro riesgo asociado a los IBP en estudios anteriores, solo disminuyeron ligeramente. Estos resultados respaldan la idea de que los IBP podrían ser más un marcador de pacientes en riesgo que la causa directa de ciertos resultados adversos.

La campaña de deshabituación de IBP no se tradujo en un aumento de visitas médicas por problemas gastrointestinales ni en un incremento de hemorragias gastrointestinales en pacientes de alto riesgo. Esto sugiere que la iniciativa de prescripción en sí fue segura y no tuvo efectos negativos graves en la salud de los pacientes.

El doctor Jacob Kurlander, gastroenterólogo del Michigan Medicine y primer autor del estudio, señaló que "esta intervención funcionó tan bien porque, hasta cierto punto, era involuntaria: los pacientes que no tenían una indicación clara para la medicación no podían seguir recargándola con el piloto automático". Además, destacó que "nuestros hallazgos también sugieren que los IBP pueden no ser tan perjudiciales como algunos han temido", lo que plantea dudas sobre la necesidad de reducir drásticamente su uso.


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